Cree que un cuento puede ser un disparo suave o una herida lenta; escribe cuentos como quien escarba con las uñas, desde la curiosidad, la memoria y cierta furia callada. No le interesan las historias limpias ni los finales tranquilos. Sus historias están habitadas por mujeres que no se resignan, que no buscan ser heroínas: caminan entre ruinas cotidianas, enfrentan lo que las golpea y, de algún modo, siguen de pie, están ahí, tercas y vivas, como las piedras que no se dejan romper. Sobreviven al machismo, y en cada relato lo enfrentan con palabras que duelen, curan o incomodan. No escribe para agradar, sino para decir lo que a veces no se dice con ese pulso: seco y honesto.
Algunos de sus otros cuentos aparecen en las antologías Crónicas pandémicas, Cuentos Voraces, Escuela de Escritores, Centenario de José Hierro y Dementes Eléctricas.
Su cuento Quiero que te llames Mario fue ganador del Primer Premio del Concurso Internacional de Relato 2024 y del Primer Premio en el Certamen Pluma de Luz organizado por Coleman Ediciones.
Cuentos de la niña mosca es su primer libro.